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Oración: “Amor cristiano”.

Por Mervy Enrique González Fuenmayor.

Tomada de su versión original del miércoles 23 de julio de 1997.

Trasladada a la red el lunes 13 de abril de 2009.

Ciudad y Municipio Maracaibo del Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur.

(Fragmentos elegidos de la sección: «MERVY GONZÁLEZ ESTÁ CONVERSANDO CON…» que formó parte de un programa radial en el que participó como conductor por espacio de cuatro años aproximadamente: 1996, 1997, 1998, 1999, que se trasmitía en una estación radioeléctrica ubicada en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur).

https://i0.wp.com/paz-amor.blogia.com/upload/20070118103158-jesus-10..jpg


ORACIÓN —

Dios mío, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús,

allanen nuestro camino hacia vosotros

y que se nos haga crecer en el amor,

hasta desbordar de los unos hacia los otros,

y hacia todo lo demás.

Ese sentimiento como lo es el amor

y que nosotros os tenemos,

que haga firmes nuestros corazones,

santos e irreprochables ante Dios,

nuestro Padre,

para la venida de nuestro Señor Jesucristo

con todo su pueblo santo.

Es el amor que tenemos por el señor Jesús.

A ti señor te ofrecemos nuestra humildad

y nuestras carencias.

Enséñanos a crecer en el amor

que tú nos enseñaste, ¡oh! buen Jesús,

para traducir con hechos la conducta

que tú deseas que tengamos,

para agradarte, para glorificarte y santificarte.

Amén y amén.



— APLICACIÓN A NUESTRA VIDA —



EN ESTA HERMOSA CONVERSACIÓN CON EL SEÑOR debemos recordar a San Pablo, quien en la primera carta a Tesalonicenses en su capítulo 3, versos 11 al 13, desea un nuevo encuentro con sus fieles y que éstos crezcan en el amor mutuo y en la firmeza. Es como un augurio o petición indirecta y sorprendentemente se dirige a Dios, Dios Padre y al Señor Jesús al mismo tiempo. El amor efectivo de los unos hacia los otros y de todos hacia los demás, es lo que realmente hace el ser cristiano. Crecer en el amor es condición indispensable para que el amor no muera. No es para obra del Hombre, es la fuerza del amor infinito, sentido y conocido, que al revelarse en Cristo le da la firmeza al cristiano. El amor es el documento de identidad para el momento del juicio, que lo pondrá todo en claro. En el amor a los demás, se está uno decidiendo ante lo último, ante la meta de la vida cristiana. Mientras el amor no desborde, no se está preparado para llegar, ni se está siquiera de cara hacia la meta, y de ello depende la propia realización o salvación. ¡ÁNIMO!, ¡GOZO!, ¡ALEGRÍA!



— NOTA DEL AUTOR —


AMIGOS Y AMIGAS, esta oración con comentario incluido, forma parte de una larga lista de ellas y que movido por el Espíritu Santo, ofrendaba al Señor de Lunes a Viernes a las siete de la mañana, en un programa radial de opinión, en el que participaba en compañía de una periodista, en el cual mi persona le dedicaba tres minutos o más (dependiendo de la Producción y/o de Máster) a orar y analizar esa oración aplicándola a la cotidianidad de nuestra vida, de nuestros actos, de nuestras alegrías, tristezas, éxitos, fracasos, tragedias, tribulaciones, bonanza, prosperidad, bienestar, etc. Todo con la intención de establecer como verdad aquella según la cual Dios siempre está con nosotros, que todo lo que nos ocurre es para bien, que existe un plan o proyecto de salvación para cada uno de nosotros diseñado por el mismísimo Dios, cuyo cumplimiento, decisión y elección depende de ti. Así que —parafraseando la escritura bíblica— «DIOS NOS HIZO SIN NUESTRO CONSENTIMIENTO, PERO NO NOS SALVARÁ SIN QUE LE OFREZCAMOS ESE CONSENTIMIENTO». Es decir, nuestro permiso y autorización. El Señor es un caballero, y estará siempre a las puertas de nuestro corazón, para que le abramos y que pueda entrar para guiar nuestra vida y ofrecernos su santidad, gozo, alegría, discernimiento, sabiduría, y sus infinitos dones espirituales y materiales.

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La Nota Corta: “La verdadera pobreza”.

Por Mervy Enrique González Fuenmayor.

Redactada el viernes 10 de abril de 2009

Publicada en la Red el sábado 11 de abril de 2009.

Ciudad y Municipio Maracaibo del Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur.

[POBBREZA+LA+VERDADERA++B.MEGF.VIERNES+10+ABRIL+2009.IMG_9963.jpg]


A VECES PENSAMOS QUE SER POBRES es únicamente carecer de medios económicos suficientes para subsistir, cuando lo verdaderamente cierto es que la real pobreza deviene de nuestra mente, de nuestra actitud, de nuestro espíritu y de nuestra disposición para proponernos metas, objetivos, ideales, y para desplegar todos los esfuerzos necesarios para hacerlas materiales, para concretarlas, para cumplirlas, para conseguirlas. Como auxilio pedagógico me valgo de las definiciones y significados que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (D.R.A.E.) le atribuye a las voces: a) pobre y b) pobreza:


pobre.
(Del lat. pauper, -ēris).1. adj. Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir. U. t. c. s.2. adj. Escaso, insuficiente. Esta lengua es pobre de voces.3. adj. Humilde, de poco valor o entidad.4. adj. Infeliz, desdichado y triste.5. adj. Pacífico, quieto y de buen genio e intención.6. adj. Corto de ánimo y espíritu.7. com. mendigo.¶ MORF. sups. paupérrimo – cult.-, pobrísimo.~ de solemnidad.1. m. El que lo es de notoriedad.~limosnero.1. m. mendigo.~ voluntario.1. m. El que voluntariamente se desapropia de todo lo que posee, como hacen los religiosos con el voto de pobreza.~ y soberbio.1. m. El que, teniendo necesidad de auxilio o socorro, procura ocultarlo no admitiéndolo, o el que no se contenta con lo que le dan o con el favor que le hacen, por creerse merecedor de más.~ de mí.1. loc. interj. Triste, infeliz, pecador de mí.~ de ti, de él, etc.1. locs. interjs. U. c. amenaza.


pobreza.
(De pobre).1. f. Cualidad de pobre.2. f. Falta, escasez. 3. f. Dejación voluntaria de todo lo que se posee, y de todo lo que el amor propio puede juzgar necesario, de la cual hacen voto público los religiosos el día de su profesión.4. f. Escaso haber de la gente pobre.5. f. Falta de magnanimidad, de gallardía, de nobleza del ánimo.

Dentro de las acepciones transcritas del término pobre debe destacarse la que alude a “corto de ánimo y espíritu”. Resulta claro que quien posee cortedad de ánimo, es una persona carente de iniciativas, incapaz de plantearse retos, metas y objetivos. Se trata de individuos resignados, portadores de un conformismo que conduce a la conmiseración y a la piedad. Son fantasmas sociales, vacíos de fuerza vital y espiritual, constituyen la negación del progreso, del esfuerzo, de la superación, y son en definitiva paradigmas de lo indeseable y negación del espíritu creador, constructivo y cristiano. Así como lo lees, tienen estos pobres un espíritu anti-cristiano que se manifiesta en su egoísmo, en su precariedad mental, y en el pensar que basta con lo que hoy se consiguió y que “mañana será otro día”. Son los que afirman que lo importante es vivir el día a día, lo que les importa es el día de hoy y “mañana ya veremos”. Dicen que “como vaya viniendo vamos viendo”, y de esta manera no solamente se convierten en un fardo para la sociedad, sino en una barrera que limita las posibilidades del desarrollo colectivo.

He aquí una muy estrecha semblanza de estos verdaderos pobres: Viven prácticamente en zonas marginales (no necesariamente), en la intemperie o una vivienda de muy pequeña superficie, a veces sin servicios, y con pocas o ninguna habitación, sin sala de baño y otras “pequeñas incomodidades”. Generalmente procuran tener una numerosa familia, cinco o mas hijos, sin tener en consideración que no poseen los medios económicos que se requieren para que se desarrollen plenamente saludables, educacional y socialmente bien formados.

En estos hogares por lo regular los padres y demás familiares no contribuyen con sus actos a modelar conductas éticas, positivas, constructivas, de superación. Por el contrario, lo normal es el consumo excesivo de licor, algunas veces los padres son victimas de la drogadicción, la promiscuidad, las conductas ilícitas como los juegos de envite y azar, el hurto, el robo, el homicidio etc. Los hijos en vez de alejarse de estas actitudes y modos de proceder, los copian, por ello ya a los catorce años ya tienen mujer, y la niña ya ha tenido su primer aborto o su primer hijo. Escasamente obtienen su certificado de haber obtenido su educación primaria. De allí emigran a otra zona o barrio marginal más lejos de la ciudad en que nacieron, y sus hijos harán lo mismo, formándose un circulo vicioso, del cual pareciese no haber salida. Por eso la pobreza es un fardo para la sociedad que antes de atenuarse o desaparecer, sigue in crescendo, sigue aumentando por lo que los pobres serán cada día más en número y más pobres en recursos. ¿DE QUIEN LA RESPONSABILIDAD? ¿DE LA SOCIEDAD? ¿DE LOS QUE TIENEN CORTEDAD DE ÁNIMO Y DE ESPÍRITU?


JUZGUE USTED AMIGO LECTOR…

Finalmente debe quedar claro que esta Nota Corta no pretende humillar ni ofender a los pobres, es solamente una percepción de lo que acontece en la realidad. Este tipo de pobres como ya he dicho, son aquellos que han decidido seguir siendo pobres, que no han querido superarse, que no han deseado salir de ese estado de insuficiencia económica y de pobreza intelectual y mental. Valga aquí, lo que hemos venido afirmando en los diversos materiales culturales y de información académica, social y reflexiva que hemos publicado: QUIEN QUIERE PUEDE…TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE ¡Ánimo! ¡Gozo! ¡Alegría!

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Vídeo Reflexivo: “Las Bodas de Caná de Galilea”.

Grabado el miércoles 4 de marzo de 2009.

Trasladado a la red el lunes 16 de marzo de 2009.

Comentario de Mervy Enrique González Fuenmayor

Ciudad y Municipio Maracaibo del Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur.

A MANERA DE INTRODUCCIÓN para el comentario de este vídeo reflexivo, he tomado parte de la Catequesis del Papa Juan Pablo II, ofrecida durante la audiencia general de fecha miércoles 26 de febrero de 1997. Espero que estas notas les sean útiles:

Catequesis de SS Juan Pablo II (+):

(Durante la audiencia general del miércoles 26 de febrero de 1997).

María en las bodas de Caná

1. En el episodio de las bodas de Caná, san Juan presenta la primera intervención de María en la vida pública de Jesús y pone de relieve su cooperación en la misión de su Hijo.

Ya desde el inicio del relato, el evangelista anota que «estaba allí la madre de Jesús» (Jn 2, 1) y, como para sugerir que esa presencia estaba en el origen de la invitación dirigida por los esposos al mismo Jesús y a sus discípulos (cf. Redemptoris Mater, 21), añade: «Fue invitado a la boda también Jesús con sus discípulos» (Jn 2, 2). Con esas palabras, San Juan parece indicar que en Caná, como en el acontecimiento fundamental de la Encarnación, María es quien introduce al Salvador.

El significado y el papel que asume la presencia de la Virgen se manifiesta cuando llega a faltar el vino. Ella, como experta y solícita ama de casa, inmediatamente se da cuenta e interviene para que no decaiga la alegría de todos y, en primer lugar, para ayudar a los esposos en su dificultad.

Dirigiéndose a Jesús con las palabras: «No tienen vino» (Jn 2, 3), María le expresa su preocupación por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. Más precisamente, según algunos exégetas, la Madre espera un signo extraordinario, dado que Jesús no disponía de vino.

2. La opción de María, que habría podido tal vez conseguir en otra parte el vino necesario, manifiesta la valentía de su fe porque, hasta ese momento, Jesús no había realizado ningún milagro, ni en Nazaret ni en la vida pública.

En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús aún sin revelar, provoca su «primer signo», la prodigiosa transformación del agua en vino.

De ese modo, María procede en la fe a los discípulos que, cómo refiere San Juan, creerán después del milagro: Jesús » manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos» (Jn 2, 11). Más aún, al obtener el signo prodigioso, María brinda un apoyo a su fe.

3. La respuesta de Jesús a las palabras de María: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora» (Jn 2, 4), expresa un rechazo aparente, como para probar la fe de su madre.

Según una interpretación, Jesús, desde el inicio de su misión, parece poner en tela de juicio su relación natural de hijo, ante la intervención de su madre. En efecto, en la lengua hablada del ambiente, esa frase da a entender una distancia entre las personas, excluyendo la comunión de vida. Esta lejanía no elimina el respeto y la estima; el término «mujer», con el que Jesús se dirige a su madre, se usa en una acepción que reaparecerá en los diálogos con la cananea (cf. Mt 15, 28), la samaritana (cf. Jn 4, 21), la adúltera (cf. Jn 8, 10) y María Magdalena (cf. Jn 20, 13), en contextos que manifiestan una relación positiva de Jesús con sus interlocutoras.

Con la expresión: «Mujer, ¿qué nos va a mi y a ti?», Jesús desea poner la cooperación de María en el plano de la salvación que, comprometiendo su fe y su esperanza, exige la superación de su papel natural de madre.

4. Mucho más fuerte es la motivación formulada por Jesús: «Todavía no ha llegado mi hora» (Jn. 2, 4).

Algunos estudiosos del texto sagrado, siguiendo la interpretación de San Agustín, identifican esa «hora» con el acontecimiento de la Pasión. Para otros, en cambio, se refiere al primer milagro en que se revelaría el poder mesiánico del profeta de Nazaret. Hay otros, por último, que consideran que la frase es interrogativa y prolonga la pregunta anterior: «¿Qué nos va a mí y a ti? ¿no ha llegado ya mi hora?» (Jn 2, 4). Jesús da a entender a María que él ya no depende de ella, sino que debe tomar la iniciativa para realizar la obra del Padre. María, entonces, dócilmente deja de insistir ante él y, en cambio, se dirige a los sirvientes para invitarlos a cumplir sus órdenes.

En cualquier caso, su confianza en el Hijo es premiada. Jesús, al que ella ha dejado totalmente la iniciativa, hace el milagro, reconociendo la valentía y la docilidad de su madre: «Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta el borde» (Jn 2, 7). Así, también la obediencia de los sirvientes contribuye a proporcionar vino en abundancia.

La exhortación de María: «Haced lo que él os diga», conserva un valor siempre actual para los cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide.


De la misma manera que en el relato de la cananea (cf. Mt 15, 24-26) el rechazo aparente de Jesús exalta la fe de la mujer, también las palabras del Hijo «Todavía no ha llegado mi hora», junto con la realización del primer milagro, manifiestan la grandeza de la fe de la Madre y la fuerza de su oración.

El episodio de las bodas de Caná nos estimula a ser valientes en la fe y a experimentar en nuestra vida la verdad de las palabras del Evangelio: «Pedid y se os dará» (Mt 7, 7; Lc 11, 9).

(La versión electrónica de este texto ha sido realizada por el Movimiento de Vida Cristiana).

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Oración: “Eres el Cristo, mi Señor”.

Por Mervy Enrique González Fuenmayor.

Tomada de su versión original del viernes 01 de agosto de 1997.

Trasladada a la red el martes 10 de febrero de 2009.

Ciudad y Municipio Maracaibo del Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur.

(Fragmentos elegidos de la sección: «MERVY GONZÁLEZ ESTÁ CONVERSANDO CON…» que formó parte de un programa radial en el que participó como conductor por espacio de cuatro años aproximadamente: 1996, 1997, 1998, 1999, que se trasmitía en una estación radioeléctrica ubicada en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur).


ORACIÓN —

Hazme testigo de mi propia vida.

Eres verdad en flor y luz de Dios en el camino.

Tus obras que acreditan

testigo fiel del Padre y de su Reino.

Dame humildad de aurora

y hazme luz de mi propia vida.

Eres el Cristo, mi Señor.

Eres el Cristo de Dios,

conozco el sitio de tu cuna

y el pueblo de tu historia.

Conozco el campo de tu andanza,

el surco arado por tu mano

y el brillo de tus ojos infinitos.

Gracias por este día

y por ser tú quién eres: mi Señor.

Tú eres mi vida única y verdadera

vienes del Padre a la tierra

y floreces en carne humana.

Por ti amanecen horizontes

con rayos de justicia y de esperanza.

Esa es la voluntad del Padre:

que siembres vida en abundancia.

¡Oh! Cristo, Pan de Vida,

siémbrate en mí con claridad de Pascua.

Dame vida eterna.

Amanezco contigo dentro.

Medito lentamente tu Palabra,

te siento en mí, fuego de letra pronunciada.

Te acepto mi Señor.

Quiero vivir contigo sin distancia.

Tú eres mi yo profundo,

yo soy la carne de tu gracia.

Amén y amén.



— APLICACIÓN A NUESTRA VIDA —

¡QUÉ HERMOSO ES PLATICAR CON EL SEÑOR!, glorificarle y santificarle, reconocer su infinito amor para nosotros. ¡Gracias, Señor Jesús, por este momento! ¡Gracias, Señor Jesús, por este día! ¡Gracias, Señor Jesús, por todo lo que hoy tengo y aún por aquello que me has quitado! En este momento, por esta conversación que hemos tenido con nuestro Señor, le hemos alabado, pero también le hemos hecho sentir la tristeza que en algunas oportunidades nos causa la circunstancia de no tener sembrado a Dios en nuestro corazón. Pero también es bueno reflexionar, hermano y hermana que me lees, en esa actitud que nosotros debemos tener por siempre y no cansarnos de ella cuando hacemos el bien. Por ello debemos decirle al Padre: Dios, bien supremo, bien para los hombres, Tú eres el bien que no cambia y por el contrario, yo, ¡cuán cambiante soy! Muchas veces hago el bien, no lo niego. Muchas veces gano tu amor en mis desamores, no lo niego, pero también más de una vez me canso de hacer el bien, lo logro un día o una semana o un mes, pero después siento que ya hice demasiado bien, como si hubiese un límite para desplegar tu amor. Tu hijo no se cansó de hacer el bien, lo logró hasta en último momento. Convirtió al buen ladrón. Pidió perdón para sus verdugos porque no sabían lo que hacían. A veces, Señor, yo tampoco sé lo que hago, pero muchas veces sí sé lo que hago. Hay en mí tibieza. Y sabemos muy bien Tú y yo que el amor es siempre en caliente, para ser feliz no cansándome nunca de hacer el bien, no debo dejar enfriar el corazón. Debo resistir la verdadera tentación del cansancio, cansancio de ser misericordioso, de ser paciente, de contestar bien cuando me agreden de palabra, cansancio, Señor, de ser solidario ante el mal de mi prójimo, cansancio de estar presente cuando todo me pide que huya, Dios, bien supremo, bien para los hombres, Tú sabes que quiero ser feliz y que el cansarme de hacer el bien me trae tristeza y desazón. Dame la gracia, sé que depende sólo de ti no cansarme de hacer el bien a quien se cruce en mi camino. También a mis enemigos y a quienes me adversan. Dame la gracia de serte fiel en esta tarea de estar siempre en pie, para ser un buen hombre, para ser un buen cristiano, para ser bueno como tu Hijo bueno lo fue. ¡ÁNIMO!, ¡GOZO!, ¡ALEGRÍA!



— NOTA DEL AUTOR —

AMIGOS Y AMIGAS, esta oración con comentario incluido, forma parte de una larga lista de ellas y que movido por el Espíritu Santo, ofrendaba al Señor de Lunes a Viernes a las siete de la mañana, en un programa radial de opinión, en el que participaba en compañía de una periodista, en el cual mi persona le dedicaba tres minutos o más (dependiendo de la Producción y/o de Máster) a orar y analizar esa oración aplicándola a la cotidianidad de nuestra vida, de nuestros actos, de nuestras alegrías, tristezas, éxitos, fracasos, tragedias, tribulaciones, bonanza, prosperidad, bienestar, etc. Todo con la intención de establecer como verdad aquella según la cual Dios siempre está con nosotros, que todo lo que nos ocurre es para bien, que existe un plan o proyecto de salvación para cada uno de nosotros diseñado por el mismísimo Dios, cuyo cumplimiento, decisión y elección depende de ti. Así que —parafraseando la escritura bíblica— «DIOS NOS HIZO SIN NUESTRO CONSENTIMIENTO, PERO NO NOS SALVARÁ SIN QUE LE OFREZCAMOS ESE CONSENTIMIENTO». Es decir, nuestro permiso y autorización. El Señor es un caballero, y estará siempre a las puertas de nuestro corazón, para que le abramos y que pueda entrar para guiar nuestra vida y ofrecernos su santidad, gozo, alegría, discernimiento, sabiduría, y sus infinitos dones espirituales y materiales.

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Vídeo Reflexivo: “El Niño Jesús regresó a Nazareth”.

Grabado el viernes 08 de enero de 2009.

Trasladado a la red el lunes 02 de febrero de 2009.

Comentario de Mervy Enrique González Fuenmayor

Ciudad y Municipio Maracaibo del Estado Zulia, República de Venezuela, América del Sur.

LAS SIGUIENTES LÍNEAS DE MI AUTORÍA, pero ya utilizadas como parte de un artículo que escribí hace poco tiempo, fungen como explicación e introducción al presente Video Reflexivo, el cual nos permite inferir que el regreso de Jesús posee diversas proyecciones e interpretaciones, que ojalá el Espíritu Santo nos permita discernir:


«La interrogante que encabeza este artículo a modo de título, no es de reciente data, además la referida interrogante debe vincularse necesariamente con otra atinente a preguntarse sobre la existencia de Dios mismo, por ello antes de abordar el tema sobre la doble identidad de Jesús como hombre y como Dios, es menester estar sobreseguro de la existencia de Dios, por ello le dedico estas breves líneas a tal asunto, ya que en algunos otros títulos de mi producción intelectual he analizado éstos a aspectos, no obstante reitero la reflexión sobre la existencia de Dios ¿Realmente existe Dios?. Esta pregunta ha venido rondando la mente del Hombre desde que tuvo conciencia de su propia existencia, de sus vacíos, de la necesidad de encontrar las respuestas trascendentales de su vida y fundamentalmente las vinculadas con él: ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Por qué?, ¿Para qué?, ¿Dónde?, ¿Cuál?, ¿Para dónde?, etc. Y dentro de esas grandes, importantes y complejas interrogantes nos encontramos con una que es sustancial a la existencia, esencia, origen y destino del Hombre. Por supuesto se trata de la existencia de Dios como Creador del Hombre. Esta ha sido suficientemente debatida y además respondida no solamente desde el punto de vista teológico sino también desde el punto de vista racional y por ello ya hoy ha perdido casi sustancia, la inquietud, pregunta o búsqueda de los argumentos demostrativos de la existencia de Dios. Es tan evidente la ratificación de la existencia de nuestro buen Dios que las investigaciones científicas desarrolladas con ocasión de los viajes planetarios, arrojan como resultado una profunda convicción en la existencia de un ser superior o cuando menos de una fuerza, de una energía o de alguien o algo que constituye el principio de la Vida. De tal forma que poco importa que nombre hayas escogido tu para referirte al señor, a Dios, a YAHVÉ.

Otros problemas plantean las respuestas que pueda ofrecerse a la interrogante que encabeza este artículo: ¿Por qué Cristo puede ser Dios? Precisamente en los mismos términos se efectúa la pregunta el autor Herbert Madinger y para asegurarnos de sus afirmaciones y no errar en las mismas, con vuestra licencia, aquiescencia y consentimiento, me auxiliaré una cita que algunos de sus fragmentos te he extraído de su obra Cien Preguntas a los Católicos (Editado por EDICIONES PAULINAS, Caracas. Venezuela. 1991. p 133-135) Veamos los detalles de su percepción, reflexión y criterio, los cuales comparto en su totalidad:

«Jesucristo se nos presenta como un hombre completo, de carne y hueso, traído al mundo por una madre, acongojado hasta la muerte, agotado, sudando sangre, con una voluntad humana propia. Más aún: Él hasta tiene que luchar para someter esa voluntad humana a la voluntad del Padre: «…pero no se haga mi voluntad, si no la tuya” (san Lucas 22:43) Jesucristo es un hombre auténtico que se hizo en todo igual a nosotros, exceptuando el pecado.

(…)

«Pero Jesucristo se nos presenta también al mismo tiempo como el Dios eterno. Él se denomina asimismo el hijo eterno de Dios, que bajó del cielo y que existía ya antes de que existiese el mundo. Tan sólo en calidad de Dios eterno puede perdonar él los pecados y unir a los hombres con Dios por medio de su cuerpo de su sangre. Únicamente como Dios eterno puede tener él aquella y omnisciencia y omnipotencia que le convierten en juez del universo. Solamente en calidad de Dios eterno tiene el derecho a exigir de los hombres: «Quien ama su padre mas que a mi no es digno de mi (san Mateo 10:37). Tal como dicen los teólogos, en la persona de Jesucristo existen evidentemente dos «naturalezas» distintas: humana y divina».

(…)

“En ambos casos, Cristo dice: «YO». Jesucristo dice «YO» cuando habla como el hombre que tomó carne de María. Pero del mismo modo, Jesucristo dice «YO» cuando habla como el Hijo eterno del Padre, nacido de Dios desde la eternidad. Por lo tanto mediante ese «YO» se juntan y se unen las dos naturalezas de Jesucristo: un misterio impenetrable.»

(…)

“Los teólogos llaman: «UNIÓN HIPOSTÁTICA» a la unión de las dos distintas naturalezas en el «YO» de Cristo, es decir en la persona de Jesucristo. La palabra griega: «hipostática» es voz que significa «personal». Por lo tanto la expresión «UNIÓN HIPOSTÁTICA» quiere aclarar que las dos naturalezas de Cristo están reunidas en el «YO», o sea en la persona de Jesucristo. Por lo mismo el Hijo de Dios adoptó una naturaleza humana en su «YO» eterno. Ese «YO «, ese Dios eterno, no ha experimentado cambio alguno por ello”.

(…)

“Este misterio es sólo accesible a nuestra fe. No obstante, podemos comprender hasta cierto punto este misterio es la profunda experiencia de la oración, experimentando también al mismo tiempo que el ser humano «se une» a Dios en la oración profunda, en la oración mística. El Hombre se vivencia como una gota de agua que se fusiona con el vino uniéndose estrechamente a él. El rezador se vivencia a si mismo como un trozo de hierro puesto al fuego de Dios y uniéndose a ese fuego divino, en tal modo que ya no puede ser diferenciado del fuego. Es decir que él conserva su naturaleza férrea, pero ha adquirido a la vez la naturaleza del fuego. Aquí el hombre vivencia como una corazonada su «participación» en la naturaleza divina (2ª carta de san Pablo 1:4). Sin embargo la gracia de nuestra «participación» en la naturaleza divina es solamente un débil reflejo de aquella unión mucho más profunda aún entre la naturaleza humana y la divina en la persona de Cristo. Esa unión la hemos de vivenciar en un modo más íntimo aún en la plena contemplación espiritual de Dios, estando unidos a Dios. La gracia que ahora es solamente un «pago a cuenta» de aquella plena participación de la naturaleza divina, debe arder en un auténtico incendio. Después entenderemos de una manera más honda aún en qué modo inimaginable está unida con Dios la naturaleza humana de Jesucristo. Cristo, que es Dios mismo, sigue siendo para nosotros, un misterio impenetrable. Pero hoy sabemos que todas las realidades últimas y más profundas se sustraen a nuestra imaginación y a nuestro entendimiento. No podemos tocar con nuestras manos el misterio de Cristo. Sólo podemos aguardar a aquel instante en que la fe se sumerge en la contemplación. Cristo es uno solo y, a pesar de todo, hombre y Dios”.

(MADINGER, Herbert. Citado por GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique en La Nota Corta: ¿Por qué Cristo puede ser Dios? SPE / SPI. 2008 Disponible en http://www.inemegf.blogspot.com).

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